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La inmensa belleza de Jesús es totalmente atractiva; no tanto con el fin de que sea observada, sino para que sea amada profundamente.
Jesús es más que agradable y hermoso, es deseable.
Sin duda alguna el pueblo de Dios puede justificar plenamente el uso de esta hermosa palabra.
Por eso, Jesús es el objeto de su más ardiente amor, amor fundado en la excelencia de su persona y en la completa perfección de sus encantos.
Discípulos de Jesús miren las palabras de nuestro Maestro y respondan, ¿no son extremadamente dulces?
¿No hacen sus palabras arder nuestros corazones mientras nos habla en el camino?
Miren y mediten con mucha atención, adoradores de Emmanuel, y díganme:
¿ no son sus pensamientos preciosos para ustedes ?
¿No se perfuma con afecto su adoración mientras se inclinan respetuosamente ante aquel rostro que es como un sol y majestuoso como la montaña mas alta?
¿No hay encantos en sus atributos y no es dulce toda su persona por el perfume de sus suaves tratos, que hacen que los suyos lo amen?
¿Hay algún miembro de su glorioso cuerpo que no sea atractivo?
¿Hay alguna parte de su persona que no sea puro imán para nuestras almas?
¿ O hay algún ministerio que no sea una fuerte cuerda que ata nuestro corazón?
Nuestro amor no es sólo como un sello puesto sobre su corazón, sino está también unido a su poderoso brazo.
No hay una sola parte de su ser sobre la que nuestro amor no se vea atraído.
Perfumamos su entera persona con la suave fragancia de nuestro ferviente amor.
Debemos imitar su vida entera; tenemos que tener su carácter.
En todos los otros seres vemos alguna falta, pero en él todo es perfección.
Aun el mejor de sus favorecidos santos tiene manchas sobre sus ropas y arrugas sobre su frente; él, en cambio, es todo belleza.
Todos los soles terrenales tienen sus manchas, el mundo mismo tiene sus desiertos.
No podemos amar la totalidad de las cosas deseables, pero Cristo es oro sin mezcla, luz sin tinieblas, gloria sin nube. Sí, “él es del todo deseable”.
Escrito por: Charles Spurgeon
(Adaptado)
Ahora que terminaste de leer o escuchar, te recomendamos que tomes un tiempo para pensar y orar.
Si es necesario, volvelo a escuchar o leer.
Dios te bendiga grandemente.
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