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Aquí hay una misericordia soberana: “Yo haré descender la lluvia en su tiempo”.
¿No es esta una misericordia soberana y divina?
Pues, ¿quién puede decir “haré descender la lluvia” sino sólo Dios?
Hay una sola voz que puede ordenar a las nubes que den lluvia.
¿Quién envía sobre la tierra la lluvia?
¿Quién la esparce sobre la hierba?
¿No soy yo, dice el Señor?
De modo que la gracia es don de Dios, y, por lo tanto, no tiene que ser creada por el hombre.
Además, es ésta una gracia que necesitamos.
¿Qué haría la tierra sin la lluvia?
Puedes arar, sembrar tus semillas, pero ¿qué puedes hacer sin la lluvia?
De la misma manera es totalmente necesaria la bendición divina para nosotros.
Hasta que Dios no te de la lluvia abundante y te envíe la salvación trabajas de gusto.
Además esa gracia es abundante. “Haré descender la lluvia”. No dice: “Les enviaré gotas”, sino “lluvias”.
Así pasa con la gracia. Si Dios da una bendición, la da en tal medida que no hay suficiente sitio para recibirla.
¡Gracia abundante!
Nosotros necesitamos gracia abundante para conservarnos humildes.
Para ser comprometidos con la oración y para ser santos: se necesita de gracia abundante. Esto nos hará dependientes de El.
Todo para guardarnos del mal en el trayecto de esta vida y, por fin, para ser llevados al cielo.
No podemos estar sin ser empapados con las lluvias de la gracia.
Esta gracia es también una gracia oportuna. “Haré descender la lluvia en su tiempo."
¿Qué tiempo es el de esta mañana para ti?
¿Es el de la seca?
Entonces este es el tiempo para las lluvias.
“Y tan largo como tus días será tu reposo.”
Hay, por fin, aquí una bendición variada: “Lluvias de bendición serán”.
La palabra está en plural. Dios enviará toda clase de bendiciones.
Todas las bendiciones de Dios van juntas como los eslabones de una cadena de oro.
Si él da la gracia que convierte, dará también la gracia que consuela.
El enviará “lluvias de bendiciones”.
Mira hoy arriba, planta marchitada, y abre tus hojas y tus flores para recibir una lluvia celestial.
Escrito por: Charles Spurgeon
(Adaptado)
Ahora que terminaste de leer o escuchar, te recomendamos que tomes un tiempo para pensar y orar.
Si es necesario, volvelo a escuchar o leer.
Dios te bendiga grandemente.
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