Porque ¿quién te distingue? ¿Qué tienes que no recibiste? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido?
1 Corintios 4:7 NBLA
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Creyente, considera esta pregunta.
Está diseñada para destruir el orgullo de tu corazón y producir en ti una humildad genuina.
¿Qué tienes? Mira a tu alrededor.
¡Cuántas misericordias!
Mira en tu interior:
¡Cuántos dones y gracias!
Mira delante de ti:
¡Qué gloriosa perspectiva!
Compárate con muchas personas que están a tu alrededor.
Contrasta tus circunstancias con las de ellos. ¡Cuán diferentes! ¡Cuán preferibles!
Pero ¿quién te hizo ser distinto? ¿Quién te dio todos estos beneficios?
Si, los heredaste, ¿Quién es el que ordenó ese parentesco?
Si lo que tienes lo conseguiste, ¿Quién te dio los medios?
¿Acaso no los recibiste de Dios?
Entonces, reconócelo con agradecimiento.
Luego, se humilde ante Dios.
Después cuídate de presumir ante los hombres o de menospreciar a otros.
Rastrea todas tus misericordias a su fuente, y hallarás que es la gracia libre y soberana.
No tenemos nada que sea bueno, nada que sea valioso, nada que sea útil, nada que sea de adorno, salvo lo que hemos recibido de nuestro buen Dios de gracia.
Por tanto, el que se gloríe gloríese en el Señor.
Pero, si lo hemos recibido del Señor, ¿No debemos usarlo para el Señor?
¿No debemos usar todo para el Señor?
Algunas preguntas para pensar tranquilos:
- ¿Qué verdad aprendiste hoy?
- ¿Cómo vas a orar ahora?
- ¿Qué va a modificar en tu vida lo aprendido?
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