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Este es un nombre precioso que la Iglesia antigua solía dar, en sus momentos más gozosos, al Elegido del Señor.
El canto de la amada, en su momento mas dulce dice: "Mi amado es mío, y yo soy suya; él cuida sus ovejas entre los lirios.".
En su cantar de cantares siempre lo llama por este hermoso nombre "Mi amado".
Aun en el peor momento, cuando la idolatría era mucha, sus profetas hallaron oportunidad para poner a un lado los trabajos para Dios por un poco de tiempo, y decir como Isaías: "Ahora cantaré para aquel a quien amo".
Aunque los santos nunca habían visto su rostro, aunque todavía no había sido hecho carne, ni había habitado entre nosotros, ni el hombre había contemplado su gloria, sin embargo era él la consolación de Israel.
El era la esperanza y el gozo de todos los escogidos, el "Amado" de todos los que son justos delante del Altísimo.
Nosotros, que estamos en los días finales de la Iglesia, solemos también hablar de Cristo como el muy amado de nuestra alma, y sentir que él es muy precioso, "mi amado es deslumbrante... el mejor entre diez mil".
Tan cierto es que la Iglesia ama a Jesús y lo reclama como su amado, que el apóstol se atreve a desafiar a todo el mundo a que separe a la Iglesia del amor de Cristo.
Declara que ni las persecuciones, ni la angustia, ni la tribulación, ni los peligros, ni la espada han podido hacerlo.
Más aún: Pablo dice con gran gozo: "en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó".
¡Si conociésemos más de ti, precioso Señor!
Escrito por: Charles Spurgeon
(Adaptado)
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Si es necesario, volvelo a escuchar o leer.
Dios te bendiga grandemente.
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