Podes escucharlo desde acá:
Marcos 5:18-20
18 Al entrar Él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que lo dejara acompañarle. 19 Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho por ti, y cómo tuvo misericordia de ti. 20 Y él se fue, y empezó a proclamar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho por él; y todos se quedaban maravillados.
Te propongo que antes de seguir leyendo puedas leer el pasaje completo, del evangelio según Marcos, capítulo 5, del versículo 1 al 20.
La situación presentada es tremenda. El sufrimiento de este hombre se describe con muchos detalles en los versículos 2 al 5. La vida que vivía no era humana: vivía entre sepulcros, rodeado de muerte, ya que la muerte era el signo de su vida. La única “ayuda” que había recibido eran los intentos de atarlo, hasta con cadenas y grilletes: lejos de buscar una verdadera asistencia y auxilio para su vida, se lo veía como una amenaza que debía ser controlada. “Nadie tenía fuerza para dominarlo”, dice el final del versículo 4 (Nueva Versión Internacional). La vida de este hombre estaba totalmente alienada, gritaba y se lastimaba a sí mismo.
¿Cómo reaccionamos frente al sufrimiento ajeno? ¿Nos proponemos como un medio de cambio y transformación o nos limitamos a “dominar la situación”, de tal manera que no se transforme en una amenaza para nosotros ni nos complique la vida?
La intervención de Jesús en la vida de este hombre marca un antes y un después. Luego de la liberación se dice que al hombre lo vieron “sentado, vestido y en su sano juicio” (5.15, Nueva Versión Internacional), describiendo una transformación total: antes no podían mantenerlo quieto ni con cadenas, ahora estaba sentado. Antes no se vestía (ver Lucas 8. 27), ahora estaba vestido. Antes gritaba y se golpeaba con piedras, ahora estaba en su sano juicio.
Esa transformación cambió la vida de ese hombre, que no supo hacer otra cosa más que anunciar la misericordia de Dios y lo mucho que Jesús había hecho por él.
¿Transformó Jesús nuestras vidas, de manera tal que otros puedan ver en nosotros un antes y un después? ¿Cuándo fue la última vez que anunciaste a otros las buenas cosas que Dios hizo en tu vida?
Oramos: Señor, ayudame a que nunca se me olvide las cosas que hiciste en mi vida y que pueda anunciar a otros de tu misericordia.
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