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Si por fe podemos agarrarnos fuerte de estas palabras, tendremos en nuestras manos un arma que todo lo conquista.
¿Cuál es la duda que no morirá ante esta espada de dos filos?
Todo temor caerá herido de muerte ante esta flecha del arco de Dios.
Las penas de la vida y los deseos de la muerte; las corrupciones internas y las trampas externas, las pruebas de arriba y las tentaciones de abajo...
¿No son como leves sufrimientos cuando nos escondemos bajo la fortaleza de "Él dijo"?
Ya sea para disfrutar en nuestra tranquilidad, o para fortaleza en nuestro sufrimiento, "Él dijo" tiene que ser nuestro diario recurso.
Esto nos enseña cuánto vale inspeccionar y estudiar cuidadosamente las Escrituras.
Puede haber en la Palabra una promesa que se adapte exactamente a tu caso, pero tú no la conoces y por lo tanto no ves el consuelo que te puede dar.
Así, eres como los prisioneros que están encerrados en una cárcel.
Puede haber en el manojo de llaves que está a tu alcance, una llave que podría abrir la puerta y, al abrirla, quedarías en libertad.
Pero si no la buscas, permanecerás para siempre en la prisión, aunque la libertad esté en tus mismas manos.
Puede haber en la gran farmacia de la Escritura una poderosa medicina que cure tu mal, pero si no examinas y no escudriñas las Escrituras para descubrir lo que "Él dijo", seguirás enfermo.
Además de leer la Biblia, tendrías también que enriquecer tu memoria poniendo en ella las promesas de Dios.
Puedes recordar muchos dichos de grandes hombres, aprender de memoria los versos de renombrados poetas...
Pero ¿no debes, entonces, tener un conocimiento profundo de las palabras de Dios, para que las puedas citar enseguida cuando desees resolver una dificultad o matar una duda?
Ya que "Él dijo", es la fuente de toda sabiduría y de todo ánimo y alivio.
Haz que permanezca en ti abundante y generosamente como "una fuente de agua que salta para vida eterna".
De esta forma crecerás sano, fuerte y feliz en la vida espiritual.
Escrito por: Charles Spurgeon
(Adaptado)
Ahora que terminaste de leer o escuchar, te recomendamos que tomes un tiempo para pensar y orar.
Si es necesario, volvelo a escuchar o leer.
Dios te bendiga grandemente.
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