Podes escuchar el devocional:
................................................
Marcos 8.34-37
Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
................................................
La mayoría de los estudiosos coinciden en que es
en este momento del evangelio que comienza una etapa distinta en el seguimiento de Jesús.
A orillas del mar de Galilea, allá por el capítulo 1
de Marcos, Jesús había llamado a sus primeros discípulos a seguirlo, a “ir en pos de Él”.
El camino había
transcurrido y el tiempo había pasado. Fueron testigos
con sus propios ojos de lo que Jesús era capaz de hacer:
había sanado enfermos, liberado a los oprimidos por
el diablo, calmado tormentas, confrontado a los líderes
religiosos, enseñado con autoridad, dado de comer a
multitudes, tenido misericordia de los más débiles.
Y ahora, era tiempo de comenzar una segunda etapa en el seguimiento de Jesús, en la cual la invitación
a seguirlo implicaba algunas condiciones previas.
Luego de la reprensión a Pedro, ellos tenían que entender
ahora que ser discípulo de Jesús implicaría negarse a
sí mismos y tomar la cruz, símbolo de la entrega de la
vida y el sacrificio.
Jesús comienza a hablar explícitamente de que iba a entregar su vida y que también eso
se esperaba de quienes fueran sus seguidores.
De otra manera, aquel discípulo que no estuviera
dispuesto a entregar su vida, en realidad estaría perdiendo su vida.
Parece una paradoja, y se trata justamente de eso. Seguir a Jesús implicará de nosotros que
le entreguemos a él nuestra vida y cada área de ella,
priorizando la voluntad de Dios en nosotros por sobre
la nuestra.
En esa dirección estaba orientado el camino de Jesús a partir de este momento del relato. El “camino”
por delante los llevaría a Jerusalén, al huerto de Getsemaní, al monte Calvario y a la Cruz.
Y los discípulos
debían decidir si estaban dispuestos a seguirlo por el
camino. Decisión que también se nos ofrece a vos y a
mí.
................................................
Oramos:
Señor, reconozco que me
cuesta entregar mi vida.
Pero entiendo que retener
mi vida para mí es perder
la vida. Te ruego que me
des el valor para hacer tu
voluntad.
Comentarios
Publicar un comentario