· Imitando a Jesús·
· Despojándonos para vivir ·
Antes de empezar el devocional, tomamos unos segundos para orar para que Dios nos guié, nos hable, nos muestre más de EL.
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Siempre me han gustado las historias reales de aquellos que se vieron obligados a hacer cosas impresionantes para seguir viviendo.
Así llegó una autobiografía a mis manos, la de un famoso montañista norteamericano, Aron Ralston, titulada “Entre la espada y la pared”, la que años después sería la base del argumento para la película “127 horas”.
En pocas palabras, se trata de la durísima historia de un joven atleta que corriendo entre las montañas de Utah en EE.UU. se desbarrancó por uno de sus cañadones con la desgracia de que una roca gigante comprimió su brazo derecho sin que él pudiera sacarlo.
Nadie podía ayudarle porque estaba lejos, solo y escondido. Intentó liberar su brazo de muchas maneras.
Atascado, esperó esos interminables cinco días que sucediera algo, pero el milagro nunca llegó. Al borde de la muerte por dolor, deshidratación y cansancio, debió tomar la decisión: cortó su propio brazo derecho con una navaja multiuso. Así pudo salir hasta el auxilio para poder seguir viviendo.
Pasó el tiempo y vivió para contarlo. Hoy usa una prótesis en lugar del brazo derecho que ya no está y sigue practicando deportes. Tremendo.
He escuchado muchas veces la frase “¡Señor, te seguiré aunque me cueste la vida!”. ¿Será que el compromiso con Dios no es costoso? A Jesús el compromiso de salvarnos por amor le costó la vida.
También debemos pagar un precio para seguirle: despojarnos de cosas que no sirven para vivir. En este atleta fue literal; en nuestras vidas es espiritual.
Cortemos de nuestro corazón lo que es causa de caída, lo que nos tiene atrapados. Que el Señor nos ilumine para ver nuestro interior restaurado por la decisión de vivir junto al Maestro.
Escrito por: Adrián Villarroel
Para compartir con los chicos:
En Romanos 12:5 dice:
Así también nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo y estamos unidos unos a otros.
Ayer vimos que tenemos una hermosa familia muy grande... Si! La familia de la fe!!! ... a la que pertenecemos todos los que somos del equipo de Jesús...
¿Y qué pasa en un equipo si falta un jugador?
¿Se re re nota verdad?
De la misma manera en la familia de la fe todos somos importantes !!!
Somos un cuerpo y todos tenemos una tarea muy especial que Dios nos da...
Las cosas no funcionan igual si no estamos juntos o haciendo algo por los del equipo.
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▪️ ¿Cómo te hace sentir saber que sos súper especial para esta familia de la fé?
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Para terminar vamos a tomar un lápiz y un papel, y vamos a copiar en la hoja el siguiente versículo:
Romanos 12:5 DHH
Así tambien nosotros aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo y estamos unidos unos a otros
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