· Imitando a Jesús·
· Actitud de oración ·
Antes de empezar el devocional, tomamos unos segundos para orar para que Dios nos guié, nos hable, nos muestre más de EL.
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Un secreto a voces del cristianismo es el poder y la eficacia en la vida del creyente que ora.
La oración es una de las prácticas religiosas más antiguas de la humanidad en todos los cultos y credos.
Desde el punto de vista de los cristianos evangélicos, se pregona la llamada doctrina de oración, donde cada tiempo de esta práctica puede tomar varias formas, como la oración adoradora, intercesora y de meditación.
Pueden ser en voz baja o alta, pero lo común en ellas es el contacto con Dios sin intermediarios. Una relación directa con el Señor. Tocarlo de alguna forma.
Es la expresión de nuestro pensamiento hacia el Padre. Un anciano me dijo una vez: “Orar es dejar el tiempo para meterse en la eternidad”. Es apasionante pensar en la forma y costumbre de oración de Jesús. Cómo habrá sido esa adoración, esos pedidos al Padre, esos momentos de meditación.
Como dice este pasaje, el Maestro caminando solo, retirándose más y más en la oscuridad de la primera mañana a un lugar desierto, sin más espacio en la mente y el espíritu que la comunión directa con el Padre.
Todo es aún más tremendo cuando nos damos cuenta que sanó, liberó y trabajó ¡toda la noche anterior! (v. 32), para después orar solo. Pero no terminó allí.
Pedro lo recibió luego del retiro de oración diciendo “todos te buscan” (v. 37). Podríamos pensar que el Señor debería contestar: “Estuve trabajando toda la noche y orando durante la mañana; hace dos días que no duermo bien, voy a descansar un poco”.
Pero Jesús contesta: “Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido” (v. 38). No hubo descanso.
Para el Señor la oración fue un puente entre los momentos de trabajo, una parada para cargar el combustible espiritual, una actitud de compromiso para cumplir su misión.
Que podamos nosotros también orar de la manera que nuestro Maestro lo hizo. Imitarlo, conectados a la fuente del Espíritu Santo.
Escrito por: Adrián Villarroel
Para compartir con los chicos:
La familia de Dios es genial y hermosa!
Y como parte de esa familia, no solo somos importantes. Sabías que podemos ejercitar nuestros súper poderes y también nuestros músculos espirituales? Así es!!! Los músculos de la fé se vuelven más fuertes cuando hablamos con Dios en oración.
También cuando aprendemos de Jesús leyendo la biblia, cuando compartimos con otros lo que Dios nos da, cuando escuchamos a los demás y compartimos sus penitas y también sus alegrías! ¿Sorprendente, no?
Pero hay más:
Así como no podemos entrenar para un partido de fútbol solos, así también pasa con estos músculos espirituales. Nos volvemos más fuertes y mejores cuando jugamos y compartimos con nuestra familia espiritual.
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▪️ ¿Cómo están mis músculos espirituales? ¿Hay alguno medio debilucho?
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Para terminar vamos a tomar un lápiz y un papel, y vamos a copiar en la hoja el siguiente versículo:
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