· Imitando a Jesús·
· La matemática de Jesús ·
Antes de empezar el devocional, tomamos unos segundos para orar para que Dios nos guié, nos hable, nos muestre más de EL.
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Un reconocido doctor en Matemáticas argentino dice: “Todo es matemática, el universo se rige por ella”.
Estoy de acuerdo, Dios es perfecto y hermoso, ordenado y exacto y ha creado un mundo donde “todo lo que había hecho era bueno en gran manera”.
Creo que en cierta forma, el evangelio es matemática, es multiplicar, es crecimiento ordenado, es fructificar el amor de Dios, es “sumar de a mucho” como dijo mi maestra de tercer grado, ¡qué buena definición!
De niño siempre me gustó esa materia, aquella ciencia de resultados únicos y por la cual todo se puede representar, el mundo maravilloso de los números que generalmente a muchos no les agrada, aunque estoy convencido que es porque no lo entienden y, como todo, lo que no entiendo, no me gusta.
Me esforzaba en memorizar las queridas tablas de multiplicar repitiéndolas una y otra vez, a mis padres, mis hermanos, mis compañeros, ¡y hasta a mi perro! Quería estar preparado para presentarme aprobado en la escuela.
Hoy necesitamos verdadero evangelio, eficaz multiplicación, sincera imitación del Señor llevando fruto que no dividirá sino que multiplicará y producirá “a treinta, a sesenta, y a ciento por uno”.
Nuestras tablas de multiplicar deben ser la Santa Palabra, imitando al Señor en humildad y en acción sembrando cada día a tiempo y fuera de tiempo la semilla del reino, además de estar dispuestos a ser buena tierra donde, de a poco, el brote, el crecimiento y luego el fruto, “añadan cada día a la Iglesia los que han de ser salvos”.
El evangelio no es numerología, ¡tampoco debe ser evangelaaastico!, hablando de frutos que son sólo espuma que baja y al final no queda nada. El verdadero evangelio de Jesús es agua viva que “salta para vida eterna”, ¡es el que multiplica un resultado que permanecerá para siempre!
Escrito por: Adrián Villarroel
Para compartir con los chicos:
La Semilla Mágica
Había una vez un niño llamado Juanito, a quien le encantaban las matemáticas. Un día encontró una pequeña semilla brillante en el jardín y la plantó. Al día siguiente, creció una planta mágica con flores resplandecientes y números brillantes.
Juanito descubrió que cada vez que hacía algo amable, la planta crecía más. Decidió compartir las flores mágicas con su comunidad, y al recibir una flor, las personas sentían alegría y deseaban ser amables con otros.
Pronto, la planta mágica se extendió por toda la ciudad, llenando cada rincón con amor y felicidad.
Juanito aprendió que imitar a Jesús era como plantar una semilla mágica que multiplicaba el amor en el mundo.
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▪️ ¿Alguna vez, pudiste ver, como imitar a Jesús, daba un buen fruto? ¿Que fue lo que imitaste?
▪️ ¿Qué características de Jesús te inspiran más a querer imitarlo en tu vida?
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Para terminar vamos a tomar un lápiz y un papel, y vamos a copiar en la hoja el siguiente versículo:
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