· Vivencias ·
· Altar encendido ·
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El altar es el sitio donde Dios y el hombre se encuentran; era el centro de la religión hebrea.
El holocausto debía ofrecerse sobre el altar, únicamente ahí. Un sacrificio era agradable a Dios, si se lo ofrecía sobre el sitio específico.
El sacerdote se debía encargar de que el fuego del altar ardiera continuamente para que no se debilitará ni apagará; debía añadir leña y avivar el fuego sin interrupciones.
El fuego representa la presencia misma de Dios.
Cada uno de nosotros somos sus sacerdotes, "Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio...” (1 Pedro 2:9) y debemos avivar el fuego que Dios colocó en nuestras vidas, añadiendo oración, lectura, ayuno: búsqueda de Dios.
Dios se quiere mostrar en nuestras vidas; Él está deseoso de hacerse ver:“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano”(Isaías 55:6).
Deberíamos responder: “Tu rostro buscaré, oh Jehová” (Salmo 27:8).
En el altar personal es donde Dios perdona nuestras deudas, venda nuestras heridas, nos da fortaleza; donde manifestamos nuestras debilidades y encontramos la guía
para nuestra vida; donde Dios consuela nuestros corazones; donde nos colocamos la armadura para estar firmes contras las acechanzas del enemigo; donde me encuentro con mi Señor.
Y su fuego quemara nuestras impurezas, nos purificara como el oro y la plata, nos hará arder y nos iluminara.
Acerquémonos, pues, confiadamente, al trono de la gracia” (Hebreos 4:6); tenemos libre acceso y, al estar en su presencia, nuestros ojos se abrirán y nuestro corazón arderá, como les sucedió a aquellos discípulos de camino de Emaús.
Que nuestra vida sea un altar donde nos encontramos con Dios y en el cual el fuego de su presencia arda continuamente.
Escrito por: Roberto Warton
Para leer con los chicos:
Antes de que Jesús viniera al mundo y naciera como un bebé, las personas que querían encontrarse con Dios tenían que hacer algunas cosas bastante difíciles...
Había un lugar donde encontrarse con Dios, y no todos podían entrar, allí, en ese lugar se encendía un fuego, y había una persona especial encargada de que ese fuego no se apague...
¿Qué difícil no?
Pero... ¿sabes qué?
Dios puso un fueguito en nuestro corazón, Su presencia, es ese calorcito que sentimos al pensar en que Él nunca va a dejarnos, ese fuego es muy especial, y nosotros somos los encargados de que ese fueguito no se debilite...
¿Cómo?
¡Leña sequita! Como leer la biblia... orar... memorizar... buscar a Dios cuando tengo que tomar decisiones... contarle lo que me preocupa, confiar en sus promesas y ponerlo en primer lugar...
Esa llamita jamás va a apagarse, porque Dios prometió que nunca nunca nos iba a dejar, pero... ¿es como una velita?
¿O es un fuego grandote? Cuanto mas grande sea ese fuego, mas luz vamos a tener para ver el camino y más calorcito para nuestra alma.
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Para los chicos y grandes:
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Para los chicos y grandes:
▪️ Si vamos a ocuparnos de hacer crecer el fuego de nuestro corazón, es mejor tener leñita seca siempre a mano, tené cerca tu biblia, busca tiempo para orar, hacé tarjetitas para memorizar y pensá en formas de pasar tiempo con Dios
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