· Vivencias ·
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Otro obstáculo que nos impide llevar una vida cristiana plena son las raíces de amargura: aquellas cosas que se encuentran en lo profundo de nuestro interior.
Se generan debido a malas experiencias, y que, a medida que pasa el tiempo, van arraigándose más y más; son tan dañinas que propician enfermedades físicas y espirituales, muchas de ellas mortales.
Hacen que las personas se conviertan en individuos llenos de sentimientos depresivos, de maldad, envidia, rencor, odio, ira, venganza, desconfianza, susceptibilidades; individuos que les hacen la vida imposible a las personas que los aman; hacen sentir mal a su esposo o esposa, a sus hijos, a sus padres.
Están enfermas del alma.
Definitivamente, alguien así no es feliz, y a la vez, hace infeliz a quienes conviven con él/ella.
La única forma de acabar con las raíces de amargura es por medio de nuestro Señor Jesucristo. El único que tiene poder para arrancarlas es Dios.
“¿Por qué no cesa mi dolor? ¿Por qué es incurable mi herida? ¿Por qué se resiste a sanar? [...] Por eso, así dice el Señor: Si te arrepientes, yo te restauraré y podrás servir me.”(Jeremías 15:18-19, NVI).
No importa cómo esté o cómo sea, el poder de Dios es capaz de transformarlo en una nueva criatura. Crea que Dios puede hacerlo. No lo cuestione. No le ponga límites.
Busque su presencia en oración y pídale que arranque y consuma toda raíz de amargura que le impide ser feliz y hacer felices a quienes conviven con usted. “De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17).
Escrito por: Roberto Warton
Para leer con los chicos:
Quizás hayas visto y escuchado de muchas plantas...
Pero hoy la palabra de Dios nos va a hablar de algo muy especial, la raíz de amargura… esta plantita es tremenda!
Crece en lo profundo de nuestro corazón, parece como si nadie pudiera verla, pero sus frutos salen en nuestras palabras, pensamientos y actitudes!!!
Sabés de dónde viene la semillita que la hace brotar? de la falta de perdón…
Cuando no perdonamos, esta raíz comienza a crecer, y crece tan rápido que pronto apreta nuestro corazoncito y no nos deja amar como Dios quiere que amemos.
Además estas raíces hacen que estemos tristes, enojados, que nos alejemos de los que nos quieren o recordemos una y otra vez el dolor de una pelea, o de una palabra fea que nos dijeron, o si nos pusieron cara fea, o nos gritaron, o se burlaron… y nos va haciendo sentir cada vez más débiles y se nos hace más y más difícil perdonar a quien nos lastimó,
Pero, ¡ánimo!
¡Hay una solución!
Jesús puede y quiere desatar estas raíces de nuestro corazón, Él tiene la paciencia y el amor para curarnos el corazón de estas penitas y cambiar nuestros sentimientos…
Jesús quiere que perdonemos…
Jesús quiere que amemos…
Jesús quiere que seamos muy muy felices
Él está listo no solo para acompañarnos, sino también para enseñarnos en este proceso…
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Para los chicos y grandes:
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Para los chicos y grandes:
Si descubrimos a alguien a quien nos cuesta amar, vamos a pedir buenas cosas a Dios para esa persona!

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