· Vivencias ·
· El toque 1 ·
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“Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio” Marcos 1:40-42
Jesús iba por las calles sanando a quienes lo buscaban. Él era el enviado de Dios que había venido al mundo para limpiar, sanar a los enfermos y para rescatar lo que se había perdido.
“Ciertamente, llevó las nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores [...] y por sus llagas fuimos nosotros curados.” (Isaías 53:4,5).
En aquellos tiempos, la lepra era una enfermedad incurable. Comenzaba con una pequeña mancha y mucho dolor; luego, se dispersaba por el cuerpo y, al atacar al sistema nervioso, hacía que la piel se degenerara y que los tejidos murieran y perdieran toda sensibilidad.
La progresión de las lesiones causaba grandes deformaciones y los leprosos terminaban desfigurados. Las llagas supuraban y era necesario cubrirlas, pero al cambiar las vendas, la piel se desgarraba aún más.
Este hombre no tenía muchas oportunidades, pero acudió a Jesús con la actitud correcta,“rogándole; e hincada la rodilla”, clamó y se humilló. Tal vez hoy no sean los días de la lepra como enfermedad ignominiosa, pero sí tenemos necesidad de sentir su toque sanador, su toque transformador. “Busqué al Señor, y él me respondió...”(Salmos 34:4, NVI).
Liliana vino con su bebé, que padecía de soplos al corazón, uno de ellos muy grande.
Los médicos habían dicho que, cuando la niña fuera más grande, iba a requerir una operación. Oramos, imponiendo las manos sobre ella, en el nombre de Jesús.
Grata fue la sorpresa de muchos cuando, al llegar los resultados de varios estudios posteriores, se supo que el soplo había desaparecido. Es tiempo de buscar al Señor, es tiempo de acudir a Él por su toque sanador.
Escrito por: Roberto Warton
Para leer con los chicos:
Ayer veíamos que un hombre ciego pedía hablar con Jesús para que lo sanara, hoy vemos que otra persona, esta vez un leproso, se acerca a Jesús buscando salud.
La lepra era una enfermedad muy triste, porque era una enfermedad de la piel, que no solo causaba mucho dolor, también era muy muy contagiosa.
Así que las personas con lepra tenían que estar en un lugar aparte, nadie los abrazaba, ni les daba una caricia, ni los saludaban con un beso, porque nadie quería contagiarse.
Así que esta persona que viene a Jesús buscando salud, no solo está enfermo, está dolorido y con mucha necesidad de cariño.
¿Te imaginás vivir años sin un abrazo?
¿Sin una caricia?
¿Sin un beso?
Este hombre vino a Jesús, le rogó, se arrodilló, y le dijo, "SI QUIERES puedes limpiarme".
Jesús tuvo misericordia, ¡lo tocó! y ¡lo sano!
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Para los chicos y grandes:
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Para los chicos y grandes:
▪️ Vamos a hablar con Dios y pedirle por esto, Jesús tiene misericordia, Él entiende nuestra necesidad, digámosle: Señor, si quieres…
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