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Muchos de nosotros no prestamos atención al poder que tienen nuestras palabras; no medimos las consecuencias que estas pueden acarrear en nuestra vida y en la de aquellos que amamos.
Tenemos el poder de bendecir o maldecir por medio de las palabras que pronunciamos, las palabras que les decimos a nuestros hijos, a nuestro cónyuge —inclusive a nosotros mismos— y las palabras que decimos acerca de ellos.
“...de la abundancia del corazón habla la boca.” (Lucas 6:45).
Así que lo que usted tenga en su interior es lo que sus labios han de expresar.“De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?" (Santiago 3:10,11).
¡No debería ser así! Muchas veces no pensamos lo que decimos, ¿no es cierto?
Nuestra lengua es pequeña, pero puede producir grandes daños, porque es impulsada por nuestras emociones.
Haríamos bien en escuchar lo que Dios nos enseña y dejar de excusarnos detrás de frases hechas como“yo soy así” o“me criaron de esa manera” o“no quise decir eso.
Le doy un ejemplo: cuando era niño, me decían constantemente que era un “inútil”, que todo lo hacía mal....
¿Le resulta familiar esta situación? Un día, ya casado, me puse a hacer refacciones en mi casa; una de ellas, no la podía realizar perfectamente, no salía como deseaba.
Me dije a mí mismo una y otra vez:“soy un inútil”. Me di cuenta de lo que estaba sucediendo y le conté a mi esposa; entonces, renunciamos a esa maldición que se había hecho sobre mí.
Tengamos cuidado con lo que expresamos con nuestros labios.
Escrito por: Roberto Warton
Para leer con los chicos:
La Biblia dice que la lengua tiene poder para dar vida y también para matar, y dice esto por un motivo muy especial…
Nuestras palabras, cuando son sinceras, amables, dulces y llenas de bondad llevan vida.
Pero, cuando son cargadas de enojo, burla, desinterés,o son mentira, lastiman el corazón de quienes las oyen, por eso es muy importante prestar atención…
La palabra de Dios dice que de lo que está lleno nuestro corazón, habla nuestra boca, así que lo primero a lo que vamos a tener que prestar atención es…
¿De qué estamos llenando nuestro corazón?
¿Qué escuchamos?
¿Qué leemos?
¿Qué vemos?
¿En qué pensamos?
Lo otro a lo que vamos a tener que prestar atención es que no solo es importante qué decimos, sino también cómo lo decimos.
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Para los chicos y grandes:
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Para los chicos y grandes:
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