· La vida del Espíritu ·
· Una promesa cumplida ·
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Jesús les había prometido a sus discípulos que no los dejaría solos. Él prometió que le pediría al Padre un Abogado Defensor ( Jn 14:15 NTV) para que esté con ellos.
Conociéndonos bien, Él sabía que no podíamos quedarnos solos, así que cumplió su promesa. Lo curioso es que los discípulos no conocían al Espíritu del que Jesús les habló.
¿Quién sería?
¿Cómo sería? ¿Qué haría?
Muchas preguntas que pronto estaban por ser respondidas. Por eso, a lo largo de los próximos días vamos a meditar juntos en todo lo que ellos descubrieron.
Por ahora, enfoquémonos en el Espíritu Santo.
Una Persona que vino a habitar dentro de los seres humanos, convirtiendo nuestro cuerpo en templo de Dios. Una Persona dentro de nosotros que piensa, siente, desea.
Alguien que nos habla, nos enseña e intercede por nosotros.
¿Cómo podríamos pensar que estamos solos? Tenemos al Espíritu que nos sostiene y nos ayuda a lo largo del camino. Pero, ¿por qué dijo Jesús que íbamos a ser bautizados con Él? Esa palabra, que significa sumergir, nos da a entender que el Espíritu no viene a darnos un poco de compañía, ¡Él quiere llenarnos y cubrirnos por completo!
La única manera de ser llenos del Espíritu Santo es perdiendo el control y dejar que Él nos posea por completo.
Eso no sucede si no se lo permitimos; por algo Él mismo se presentó como una paloma (Lc 3:22), para enseñarnos que Él es poder pero también es amor.
Si entendemos que no se trata de hacer lo que queremos, sino de hacer lo que Dios quiere, entonces podemos rendirnos gustosamente al gobierno del Espíritu Santo.
¿Has experimentado la vida que Jesús pensó para nosotros?
¿Conoces al Espíritu Santo?
Es alguien con quien se puede compartir y conocer íntimamente. Deja que a lo largo de este mes, Él mismo te muestre lo que es capaz de hacer con los que se rinden a Él.
Escrito por: Andrea Almirón de Pauli
Oramos
Señor, gracias porque sabías que no podíamos quedarnos solos, y nos enviaste a tu Espíritu.
Gracias porque Él está en nosotros. Queremos conocerlo, ser llenos de Él y quedar completamente sumergidos por su
presencia.
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