· La vida del Espíritu ·
· Un mensaje peligroso ·
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Que el mensaje de Jesús sea una buena noticia, no significa que sea un mensaje fácil de recibir para todos. Por el contrario, ese mensaje tiene la capacidad de conmocionar a las personas y lugares donde se lo predica. Las buenas noticias del Reino hablan de un gobierno que vino para quedarse, y de un Rey que no busca nada menos que la completa rendición de sus súbditos y la destrucción de todo sistema de gobierno enemigo.
Quienes difunden ese mensaje tienen que estar dispuestos a enfrentarse a las consecuencias de ser revolucionarios en territorios enemigos.
Para quienes viven en lugares donde ser cristiano es ilegal esto no es novedad, porque saben que al elegir a Jesús eligen la persecución.
Para nosotros, que siempre nos hemos sentido cómodos en donde vivimos, recordar quiénes somos y en quién está puesta nuestra lealtad es muy importante.
Elegir a Jesús es volverse ciudadano de otro lugar, aun estando en el mismo lugar de siempre. Es elegir a un Rey, aun viviendo en países con gobiernos democráticos.
Es elegir ser fiel a este Rey sin importar lo que suceda.
Es también confiar que Él tiene el control de todo y que si nos envió a extender su Reino, es porque Él está siempre a nuestro lado. No seamos engañados por la trampa de la comodidad.
Cuando valoramos nuestro bienestar por encima de todo, podemos perder de vista que en esta tierra vivimos como turistas (1 P 2:11) y que nuestro premio final es mucho mejor que todo lo que podamos lograr aquí (He 11:13-16).
¡Nunca te conformes con algo menor a lo que Dios te ha prometido!
Quizás Dios no te haya llamado a morir por el mensaje de Jesús, como le sucede a muchos hermanos y hermanas nuestros en otros países. Pero si Dios nos llamó a vivir para ese mensaje, de manera que seamos una señal que les indique a otros el camino a la vida eterna.
Y si eso causa un par de revuelos y dolores de cabeza para quienes se oponen a Jesús, que así sea.
Escrito por: Andrea Almirón de Pauli
Oramos
Señor Jesús, tú eres mi Rey y el dueño de mi vida. Hoy reconozco que mi hogar está contigo, y que nadie puede darme algo mejor que me haga alejarme de ti.
Renuncio a ser esclavo de la comodidad.
Dame valentía para hablar de ti.
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