· La vida del Espíritu ·
· Un mensaje que se vive ·
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Mucho antes que los demás nos llamaran “cristianos”, teníamos otro nombre para referirnos a nosotros mismos.
Todos aquellos que creían en Jesús eran personas “del Camino”.
Lucas, autor de Hechos, menciona varias veces esa expresión, dándonos a entender que era la manera preferida de los seguidores del Señor para darse a conocer. Ellos seguían un Camino. Ese Camino que habían elegido no se limitaba a pertenecer a un grupo o a realizar ciertas actividades. Era un estilo de vida que los llenaba por completo y que demandaba cada parte de sus vidas.
Ellos recordaban que el Señor había dicho que “nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios” (Lc 9:62 NVI), y estaban dispuestos a seguirlo a Él hasta el final.
Su misma vida era la mejor predicación del mensaje que podían dar, viviendo como hijos de Dios en un mundo que no lo conocía. Cuando San Francisco de Asís dijo: “Predica el evangelio en todo momento, y cuando sea necesario, utiliza las palabras”, no se refería a que es innecesario hablar de Jesús.
Por el contrario, vivir una vida llena de Jesús es el mejor aviso publicitario que podemos hacerle.
Todos sabemos que, muchas veces, la gente no quiere saber nada de Jesús porque ha tenido malas experiencias con sus seguidores.
¡Es hora de cambiar eso! No sabemos de dónde se inspiraron los primeros cristianos para llamarse a sí mismos los del Camino.
Quizás recordaban cuando Jesús había dicho que Él era el Camino ( Jn 14:46) y ellos simplemente decidieron seguirlo a Él.
Cuando quitamos todo lo que sobra, la vida cristiana se trata de vivir con Jesús y a la manera de Jesús ( Jn 15:5).
Eso no es algo que podamos restringir a ciertas horas o lugares, ¡es algo que nos ocupa todo nuestro tiempo!
Tu vida es un mensaje que das continuamente a todo el que te ve y pasa tiempo contigo.
Deja que ese mensaje de a conocer a Jesús de tal manera que todos quieran seguirlo a Él también.
Escrito por: Andrea Almirón de Pauli
Oramos
Señor, mi vida está completamente rendida a ti.
Te pido que al vivirla hoy, otros puedan conocerte y seguirte también.
También te pido que tu Espíritu me llene y transforme para que yo viva de una manera que te de gloria.
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