· La vida del Espíritu ·
· Una familia que sabe convivir ·
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Ser parte de la familia de Dios no siempre es fácil.
Muchas veces, las decepciones y dolores más grandes vienen de parte de aquellos en quienes más confiábamos (Hechos 16:36-41).
¿Por qué Él nos uniría a personas que pueden fallar?
Porque solo viviendo en comunidad podemos experimentar el amor de Dios en toda su grandeza.
Los tesoros de Dios siempre vienen en envases imperfectos. Lo de ser una familia es mucho más que una metáfora, es una realidad. Las personas que creen en Jesús son nuestros hermanos, nuestras hermanas, nuestros padres y madres.
Estamos ligados entre nosotros por lazos muy profundos, y así es como Él quiere que lo veamos.
Nuestras relaciones con la familia de Dios son las más importantes que vamos a tener en esta vida, porque la trascienden.
Aun en la eternidad vamos a seguir conviviendo y conociendo a Dios en comunidad. El texto bíblico de hoy es uno de los mejores consejos que encontramos en la Palabra a la hora de saber cómo tratarnos entre nosotros.
El apóstol Pablo, ya anciano y con mucha experiencia en lo lindo y lo feo de vivir la vida en familia, le a conseja a Timoteo que no vea a las personas de la Iglesia como conocidos o relaciones esporádicas.
Sino que en su trato con la familia de la fe, él debe verlos como su propia familia y tratarlos de la manera en que todos los que son parte de una familia saludable lo hacen: con amor, con respeto y con pureza.
Si esas tres características son las que nos unen como hermanos en Cristo, entonces no vamos a tener que preocuparnos por ser lastimados o defraudados, porque aun con nuestras fallas y errores vamos a amarnos incondicionalmente.
Uno puede tener diferencias con sus familiares, pero nunca va a buscar lastimarlos, sino reconciliarse con ellos (Hechos 15:22-29).
Cuando el amor incondicional sea lo que describa la manera en que convivimos, Dios mismo va a darse a conocer más y más entre nosotros.
Escrito por: Andrea Almirón de Pauli
Oramos
Señor, perdón si no he valorado a quienes pusiste en mi vida. Hoy elijo que el amor, el respeto y la pureza nunca falten en mi trato con tu familia.
Quede esa manera, nuestras relaciones te reflejen a ti.

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