Juan 5:13 NBLA
"Pero el que había sido sanado no sabía quién era, porque Jesús, sin que se dieran cuenta, se había apartado de la multitud que estaba en aquel lugar."
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Cuando hay salud y felicidad los años se hacen cortos, pero treinta y ocho años de enfermedad le habrán parecido muy largos al pobre hombre sin posibilidades de sanar.
De manera que, cuando Jesús lo sanó con una palabra, mientras estaba junto al pozo de Betesda, sintió, con agrado, un gran cambio.
Así también el pecador que ha estado por semanas y meses desesperadamente paralítico y suspira por salvación, sabe muy bien del cambio, cuando Jesús pronuncia la palabra de poder, y le da, al creer, gozo y paz.
El mal arrancado es demasiado grande para que no notemos el alivio.
La vida que se nos da es tan diferente y poderosa que no podemos recibirla sin sentirla.
El cambio sobre nosotros es demasiado maravilloso como para que no lo notemos.
Sin embargo, a veces los nacidos de nuevo pueden estar como este pobre hombre, no conocía a quien lo había sanado.
No conocía a este Jesús poderoso que estuvo a su lado e hizo el milagro.
Tampoco sabia las tareas que hacia o la misión que lo había traído a estar entre los hombres.
Mucha ignorancia queda en los corazones que, de todas formas, sienten el poder de su sangre, el poder del milagro de nacer de nuevo.
No debemos condenar rápidamente a los hombres por su falta de conocimiento, sino que donde podamos ver la fe que salva el alma, debemos creer que la salvación ha sido dada.
El Espíritu Santo hace que los hombres vean su pecado, para luego comenzar a capacitarlos.
El que cree lo que sabe, pronto conocerá más claramente lo que cree.
Sin embargo, la ignorancia es un mal, pues este pobre hombre fue molestado por los fariseos, como a veces un nuevo creyente puede ser molestado por los mas cercanos que ven cambios reales y significativos en su vida.
Ambos, el enfermo sanado, y el nuevo creyente transformado, son incapaces de discutir con ellos.
Es bueno saber responder a los que contradicen, pero no podemos hacerlo si no conocemos claramente al Señor Jesús.
Sin embargo, la cura de su ignorancia pronto siguió a la cura de su enfermedad, pues él fue visitado por Jesús en el templo.
Y después de aquel encuentro, lo podemos ver testificando "que Jesús era el que lo había sanado".
Así también nosotros busquemos a Jesús con pasión, leamos su palabra guiados por Su Espíritu, para que podamos responder con sabiduría a todos los que pidan explicaciones de la nueva esperanza que tenemos ahora en Él.
Algunas preguntas para pensar tranquilos:
- ¿Qué verdad aprendiste hoy?
- ¿Cómo vas a orar ahora?
- ¿Qué va a modificar en tu vida lo aprendido?
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