................................................
La salvación es obra de Dios.
Solo Él es quien da vida y anima al alma que está “muerta en sus delitos y pecados”.
Quien, además, la sostiene en la vida espiritual.
Él es el principio y el fin, es Él primero y Él último.
“La salvación es del Señor”.
Si soy una persona comprometida con la oración, es Dios quien me da esa inclinación.
Si estoy lleno de dones, es porque el Señor me los dio.
Si mantengo una vida donde lo que pienso, digo y hago son lo mismo es porque él me sostiene y guía con su mano.
Nada hago yo para mi propia protección fuera de lo que Dios obra primero en mí.
Cualquier cosa que yo tenga, todo pertenece al Señor.
Lo único que es mio, es el pecado.
Pero si hago algo recto, eso es de Dios entera y completamente.
Si he rechazado a algún enemigo espiritual, es porque Dios fortaleció mi brazo.
¿Vivo ante los hombres una vida consagrada?
Esto no es por mí, sino por Cristo que vive en mí.
¿Estoy santificado?
Yo no me limpio a mi mismo; es el Espíritu de Dios el que me santifica.
¿Estoy apartado del mundo?
Esto paso por las santificadoras pruebas que Dios envió para mi bien.
Si estoy creciendo en conocimiento es porque el gran Maestro me enseña.
Todas mis joyas están trabajadas con arte celestial.
Hallo en Dios todo lo que necesito.
Pero en mí mismo no hallo otra cosa sino pobreza y pecado.
“Él solo es mi roca y mi salvación”
¿Me alimento de la Palabra?
Esa Palabra no podría alimentarme si el Señor no le hubiese dado esa virtud, y si él no me ayuda a alimentarme de ella.
¿Vivo del maná que viene del cielo?
¿Qué es ese maná sino Jesucristo mismo, cuyo cuerpo y cuya sangre como y bebo?
¿Estoy continuamente recibiendo nuevas fuerzas?
¿De dónde consigo el poder?
Mi fortaleza viene del cielo. Sin Jesús nada puedo hacer.
Como una rama no puede llevar fruto si no esta unida al árbol, tampoco yo puedo hacerlo si no permanezco en Él.
Que lo que Jonás aprendió en las profundidades, lo aprenda yo esta mañana en mi lugar de meditación en Él: “La salvación es del Señor”.
Escrito por: Charles Spurgeon
(Adaptado)
Ahora que terminaste de leer o escuchar, te recomendamos que tomes un tiempo para pensar y orar.
Si es necesario, volvelo a escuchar o leer.
Dios te bendiga grandemente.
Comentarios
Publicar un comentario