"Conozcamos, pues, esforcémonos por conocer al Señor.
Su salida es tan cierta como la aurora,
Y Él vendrá a nosotros como la lluvia,
Como la lluvia de primavera que riega la tierra."
Oseas 6:3 NBLA
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Para escuchar el devocional
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La teología cristiana enseña la doctrina de la gracia preveniente.
Brevemente, esta doctrina significa que, antes de que una persona busque a Dios, Dios debe haber buscado primero a esa persona.
Antes que un ser humano pecador pueda tener un pensamiento correcto acerca de Dios, debe producirse una obra de alumbramiento dentro de él.
Aunque sea una obra imperfecta, debe producirse.
Este será el motivo oculto de todo el deseo, búsqueda y orar a Dios que pueda tener la persona después.
Buscamos a Dios solamente porque Él ha puesto primero en nosotros un impulso que nos lleva a hacerlo.
El Señor Jesús dijo en Juan 6:44: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere».
Es por ese traer preveniente que Dios arrebata de nosotros cualquier vestigio de crédito que pudiéramos tener.
El impulso de buscar a Dios se origina en Dios, pero la forma en que ese impulso se manifiesta exteriormente es en que nosotros le seguimos con seriedad.
Cuando le estamos buscando, ya estamos en su mano y podemos decir “tu diestra me ha sostenido”.
No hay contradicción entre el hecho de que Él nos sostenga y nosotros le sigamos.
Todo es de Dios. Dios es siempre previo.
Pero en la práctica, donde la obra previa de Dios se encuentra con la respuesta actual del ser humano, el ser humano debe buscar a Dios.
Debe existir una reciprocidad positiva de nuestra parte si la atracción oculta de Dios ha de convertirse en una experiencia identificable de lo divino.
En un cálido lenguaje personal, el Salmo 42, versículos 1 y 2, nos habla de esto:
Salmos 42:1-2 “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?”
Esto es un intenso llamado a lo profundo, y el corazón que anhela lo reconocerá.
Como dijo Bernard de Clairvaux, existen dos razones para amar a Dios: La primera es que nadie es más digno de nuestro amor. La segunda es que nadie puede darnos más en respuesta a nuestro amor.
Algunas preguntas para pensar tranquilos:
- ¿Qué verdad aprendiste hoy?
- ¿Como vas a orar ahora?
- ¿Qué va a modificar en tu vida lo aprendido?
Tomado de: Devocional Pensamientos Cristianos
Escrito por: A.W. Tozer
Traducido por: Manuel Bento
(Adaptado)
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Luego de leer o escuchar el devocional, te animamos a que tomes un tiempo para pensar y orar.
También podes tomar algunas notas, para recordar mejor lo que Dios te habló hoy.
Dios bendiga tu vida.
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