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Pocos tienen participación en los sufrimientos del Getsemaní.
El Getsemaní es el jardín donde Jesús fue a orar antes de ir a la cruz.
La mayor parte de los discípulos no habían progresado lo suficiente en la gracia como para que les fuese permitido contemplar los misterios de la agonía de Jesús en ese jardín.
Los demás que estaban ocupados en la fiesta de la Pascua en sus propias casas, representaban a muchos que viven en la letra, pero que son simples niños en cuanto al espíritu del Evangelio.
Sólo a los doce, o mejor dicho, a los once, se les había dado el privilegio de entrar en el Getsemaní y contemplar "este gran espectáculo".
De los once, ocho fueron dejados a cierta distancia; éstos tuvieron participación, pero no de aquella clase íntima a la que los hombres muy amados son admitidos.
Sólo tres muy favorecidos pudieron acercarse al velo de las misteriosas aflicciones de nuestro Señor. Dentro de aquel velo ni aun éstos deben entrar; tienen que quedarse a una distancia de un tiro de piedra.
Jesús debe enfrentar el desafió solo, y ninguno debía estar con él.
Pedro, Santiago y Juan representan los pocos santos eminentes y experimentados, que tuvieron este privilegio.
Estos, habiendo navegado en profundas aguas, pueden en algún grado medir las enormes olas del océano de la pasión de su Redentor.
A algunos espíritus selectos les son dados (para bien de otros y con el fin de fortalecerlos para el futuro), especial y tremendos conflictos, a fin de que entren en el círculo más íntimo.
También en esas situaciones podrán oír las intercesiones de Jesús que sufre; tienen con él participación en sus padecimientos identificándose en su muerte.
Sin embargo, ni aun estos pueden penetrar en los lugares secretos de los dolores del Salvador.
Había un aspecto secreto del dolor de nuestro Maestro que nadie más podía entender o compartir.
Allí Jesús tenia que ser "dejado solo".
En este caso Jesús fue más que nunca un regalo indescriptible.
Escrito por: Charles Spurgeon
(Adaptado)
Ahora que terminaste de leer o escuchar, te recomendamos que tomes un tiempo para pensar y orar.
Si es necesario, volvelo a escuchar o leer.
Dios te bendiga grandemente.
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