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La verdadera comunión entre los creyentes inicia con la fe en Jesucristo, por el poder del Espíritu Santo, continua con nuestra dedicación y trabajo por la iglesia.
Pablo nos recuerda que debemos "esforzarnos por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz" (Efesios 4:3).
Tenemos que tener presente que la vida cristiana en comunidad necesita de la actuación del poder de Dios y nuestra entrega y acción.
Muchos de nosotros, por haber crecido en familias con relaciones disfuncionales, carecemos de las habilidades necesarias para vivir en comunión.
Pero la Escritura nos enseña cómo podemos relacionarnos correctamente con los miembros de la familia de Dios.
El Nuevo Testamento nos llama a ser honestos unos con otros. La sinceridad es fundamental para construir relaciones genuinas.
Proverbios 27:6 dice: "Fieles son las heridas del que ama, pero engañosos los besos del enemigo" (RVC).
Esto implica preocuparnos lo suficiente como para hablar la verdad en amor, aunque sea incómodo.
A veces, el temor a la confrontación nos impide hablar, permitiendo que otros sigan en caminos destructivos. No se trata de criticar por criticar, sino de corregir con humildad y ternura (Gálatas 6:1).
La humildad es clave para mantener una comunidad sólida.
El orgullo levanta barreras, mientras que la humildad construye puentes (1 Pedro 5:5).
La Biblia dice: "Vístanse de humildad en su trato mutuo" (NBLA). La humildad no significa pensar menos de nosotros mismos, sino pensar en nosotros mismos menos.
Al considerarnos unos a otros como más importantes que nosotros mismos (Filipenses 2:3), demostramos el amor de Cristo.
Además, la humildad nos ayuda a ser tolerantes con las debilidades de los demás y a aceptar que todos estamos en proceso de crecimiento.
La comunidad también se cultiva a través del contacto frecuente. Debemos reunirnos regularmente, compartir nuestras vidas y orar unos por otros.
Los primeros cristianos se reunían todos los días, compartían la comida con alegría y sencillez de corazón (Hechos 2:46).
La comunidad se construye al pasar tiempo juntos, más allá de la conveniencia, entendiendo que es esencial para nuestra salud espiritual.
Como dice Hebreos 10:25: "no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca." (NBLA).
En resumen, cultivar la vida en comunidad requiere sinceridad, humildad, amor y tiempo.
Con todo esto en cuenta podremos experimentar una verdadera comunión cristiana que glorifique a Dios y nos ayude a crecer en la semejanza de Cristo.
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