Día 24: Transformados por la Verdad
"Ahora los encomiendo a Dios y a la palabra de Su gracia, que es poderosa para edificarlos y darles la herencia entre todos los santificados."
Hechos 20:32 NBLA
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Dios nos transforma por su Palabra, Su verdad.
Este proceso ocurre cuando reemplazamos las mentiras del mundo con la verdad de Dios, la cual se encuentra en Su Palabra.
Jesús mismo oró al Padre diciendo: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad” (Juan 17:17 NBLA).
La santificación es el proceso continuo de ser hechos más santos y semejantes a Cristo, y esto sólo es posible cuando la Palabra de Dios se convierte en el fundamento de nuestras vidas.
Como dice 2 Timoteo 3:16-17, “Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto. Dios la usa para preparar y capacitar a su pueblo para que haga toda buena obra.”.
La Biblia no es solo un libro de enseñanzas, es la Palabra viva de Dios.
Jesús lo afirmó cuando dijo: "Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida" (Juan 6:63).
Cuando Dios habla, las cosas cambian. Desde el principio, fue Su Palabra la que creó todo, y es Su Palabra la que sigue transformando vidas.
La Escritura no es algo que podemos tomar a la ligera; ella tiene el poder para salvarnos al escucharla con fe, santificarnos al estar atentos a ella y obedecerla, va formando la imagen de Cristo en nosotros, nos hace libre de engaños y mentiras del mundo, nos edifica para cumplir el propósito eterno de Dios, y nos da esperanza para perseverar hasta el día que nos llame a su presencia.
Por eso, Pedro nos exhorta: "Como recién nacidos, deseen con ansias la leche espiritual pura, para que por ella crezcan para salvación" (1 Pedro 2:2).
Para que experimentemos esta transformación, debemos hacer de la Palabra de Dios nuestra máxima autoridad de fe y práctica.
No podemos depender de la cultura, la tradición o nuestras emociones para guiar nuestras decisiones.
La Palabra de Dios debe ser el estándar sobre el cual evaluamos todo.
Como dijo el salmista: "Tu palabra es una lámpara que guía mis pies y una luz para mi camino." (Salmo 119:105).
No basta con leer superficialmente, necesitamos profundizar en Su Palabra, estudiarla, meditar en ella, y memorizarla para que renueve nuestra mente y nos capacite para vivir de acuerdo a Su voluntad.
Santiago nos advierte: "No se contenten solo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica".
Ser hacedores de la Palabra requiere acción. No es suficiente solo conocer la verdad, debemos apropiarnos de ella al vivirla.
Cuando permitimos que la Palabra de Dios transforme nuestra mente, nuestros hábitos y nuestras decisiones, empezamos a reflejar el carácter de Cristo.
Y en ese proceso, Dios se glorifica, pues Su verdad nos transforma cada día más a la imagen de Su Hijo.
Ahora que terminaste, algo para pensar:
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