Día 26: Crecimiento a través de la tentación
Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman.
Santiago 1:12 (NBLA)
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Las tentaciones son una oportunidad para crecer en Cristo.
A lo largo de nuestra vida, la tentación nos enfrenta constantemente con decisiones que, si las tomamos correctamente, nos acercan más al carácter de Jesús.
Cada vez que decidimos hacer el bien en lugar de ceder al pecado, estamos siendo transformados a su semejanza.
Podemos ver a las tentaciones como una oportunidad de victoria en lugar de un obstáculo para nuestra vida espiritual.
Como Jesús, quien fue tentado en todo pero no pecó, nosotros también podemos vencer, con la ayuda del Espíritu Santo (Hebreos 4:15).
El carácter de Cristo se forja en nosotros a través del Espíritu Santo, quien produce en nuestra vida el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, bondad, benignidad, fe, mansedumbre y dominio propio (Gálatas 5:22-23).
Sin embargo, estas virtudes no se desarrollan de manera instantánea; son el resultado de elegir confiar en Dios y actuar conforme a su Palabra en momentos de tentación.
Dios, en su sabiduría, usa estas situaciones para fortalecer nuestro carácter, permitiendo que enfrentemos circunstancias donde lo más fácil sería ceder, pero nos llama a ejercer confianza en Él y dominio propio.
Es importante recordar que la tentación no proviene de Dios, sino de nuestros propios deseos (Santiago 1:14).
Pero Dios, en su soberanía, la permite para que tengamos la oportunidad de elegir lo bueno sobre lo malo.
Así como el oro es refinado en el fuego, nuestro carácter es purificado cuando resistimos las tentaciones.
Esto nos lleva a crecer en paciencia cuando debemos esperar, en humildad cuando el orgullo acecha, y en integridad cuando la deshonestidad parece más conveniente.
Cada victoria nos hace más semejantes a Jesús, quien aprendió la obediencia a través de lo que padeció (Hebreos 5:8).
Vencer la tentación requiere dependencia total de Dios.
Cuando enfrentamos las pruebas, no estamos solos.
Jesús nos prometió que estaría con nosotros, y podemos clamar a Él por ayuda en cualquier momento.
Él no se cansa de nosotros, sino que nos sostiene en nuestras debilidades (Hebreos 4:16).
Si caemos, Él es fiel para levantarnos, y cada paso que damos hacia la victoria nos asegura la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman (Santiago 1:12).
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