Día 7: "La razón de todo"
“todas las cosas provienen de él y existen por su poder y son para su gloria.”
Romanos 11:36 (NTV)
................................................
La razón última por la que todo existe es para la gloria de Dios.
Él es el Creador de todo, y todo lo que hizo refleja su grandeza y majestad.
La Biblia nos enseña que la gloria de Dios es la revelación de su grandeza y la demostración de su poder.
Desde las maravillas de la creación hasta la vida de cada ser humano, todo tiene el propósito de exaltar y reflejar la gloria de Dios.
Dios ha revelado su gloria de diversas maneras a lo largo de la historia, pero la manifestación más clara de su gloria es Jesucristo.
Jesús, siendo "el resplandor de la gloria de Dios" (Hebreos 1:3, NTV), vino a la tierra para que pudiéramos comprender plenamente la naturaleza de Dios.
Al vivir y cumplir su propósito, Jesús nos mostró cómo podemos vivir para la gloria de Dios.
Vivir para la gloria de Dios es el mayor propósito de nuestras vidas.
Esto significa que cada aspecto de nuestra existencia, desde nuestras acciones cotidianas hasta nuestras decisiones más importantes, debe estar dirigido a honrar a Dios.
La adoración, el amar a otros creyentes, el crecimiento en carácter, el servicio con nuestros dones, y el compartir el mensaje de Cristo son formas de glorificar a Dios.
Como dijo Jesús: "Te he glorificado en la tierra al terminar la obra que me diste que hiciera" (Juan 17:4, NTV).
Para vivir para la gloria de Dios, debemos hacer cambios en nuestras prioridades y enfoque de vida.
Esto puede significar tomar decisiones difíciles y renunciar a la comodidad personal, tal como lo hizo Jesús cuando enfrentó la cruz.
Él nos enseñó que, al dejar de lado nuestros propios intereses para vivir según los propósitos de Dios, encontramos la vida verdadera y eterna (Mateo 16:25, NBLA).
La verdadera vida comienza cuando nos entregamos completamente a Jesucristo, cuando creemos en su salvación.
Dios nos invita a vivir para su gloria y nos da todo lo que necesitamos para cumplir este propósito.
Al recibir su llamado, no solo estamos existiendo, sino que empezamos a vivir con un propósito eterno.
En Su Palabra nos promete: "A todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios" (Juan 1:12, NTV).
Esto es el comienzo de una vida dedicada a glorificar a Dios en todo lo que hacemos.
Comentarios
Publicar un comentario