Día 21: Cuida tu iglesia
"esforzándose por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz."
Efesios 4:3 (NBLA)
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Una de tus responsabilidades es preservar la unidad de tu iglesia.
La unidad en la iglesia es tan importante que el Nuevo Testamento le presta más atención que al cielo o al infierno.
Dios desea intensamente que experimentemos unidad y armonía unos con otros.
Jesús mismo oró por nuestra unidad justo antes de ir a la cruz (Juan 17:20-23). Esto muestra cuán importante es este asunto para el corazón de Dios.
Dios desea que experimentemos juntos la vida en su iglesia, y nos llama a ser uno, tal como la Trinidad es uno.
Nuestro Padre se alegra cuando sus hijos se llevan bien.
Nada en la tierra es más valioso para Jesucristo que Su iglesia, Él pagó el precio más alto por ella, y quiere que la cuidemos, protegiéndola de la división, el conflicto y la falta de armonía.
Como parte de la familia de Dios, es tu responsabilidad proteger la unidad en la comunidad donde te congregas.
La Biblia dice: " Hagan todo lo posible por mantenerse unidos en el Espíritu y enlazados mediante la paz." (Efesios 4:3).
¿Cómo podemos hacerlo? La Palabra de Dios nos da algunos consejos prácticos.
Primero, enfoquémonos en lo que tenemos en común, no en nuestras diferencias.
Pablo nos anima: "Por lo tanto, procuremos que haya armonía en la iglesia y tratemos de edificarnos unos a otros." (Romanos 14:19, NVI).
Como creyentes, compartimos un Señor, un cuerpo, un propósito, un Padre, un Espíritu, una esperanza, una fe, un bautismo y un amor.
Estos son los aspectos esenciales en los que debemos centrarnos, no en nuestras diferencias personales.
Segundo, debemos recordar que Dios es quien nos ha dado personalidades, trasfondos y preferencias diferentes.
Estas diferencias deben ser apreciadas, no simplemente toleradas.
Dios quiere unidad, no uniformidad.
La división suele surgir cuando nos enfocamos en cosas menos importantes, lo que la Biblia llama "discusiones necias" (2 Timoteo 2:23).
Sin embargo, cuando nos centramos en amarnos unos a otros y en cumplir los propósitos de Dios, el resultado es armonía.
Es importante ser realistas respecto a nuestras expectativas. A veces, nuestras expectativas poco realistas sobre cómo debería ser la iglesia pueden llevarnos a la decepción.
La iglesia está compuesta por personas perdonadas por Jesucristo pero que están en un proceso de restauración y progresiva santidad.
Cuando nos damos cuenta de esto, podemos dejar de idealizar la iglesia perfecta y empezar a amar a nuestra iglesia local, a pesar de como es, con sus particularidades.
La verdadera madurez consiste en vivir con esta tensión, trabajando por alcanzar el ideal sin caer en la crítica constante.
En lugar de criticar, debemos animarnos unos a otros.
Criticar a otros creyentes solo provoca división y daña a la comunidad.
Debemos comprometernos a cuidar la unidad de nuestra iglesia, para la gloria de Dios.
Ahora que terminaste, algo para pensar:
¿Puedes recordar alguna acción reciente que hayas hecho, o estés haciendo, para fortalecer la unidad en la iglesia?
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