Día 10: El corazón de la adoración es la rendición
"entréguense completamente a Dios, porque antes estaban muertos pero ahora tienen una vida nueva. Así que usen todo su cuerpo como un instrumento para hacer lo que es correcto para la gloria de Dios."
Romanos 6:13 NTV
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El verdadero corazón de la adoración es rendirse completamente a Dios. Es hacerlo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente.
En la cultura actual, la palabra rendición se asocia con derrota, pero en el reino de Dios significa garantía de avance y victoria.
En lugar de luchar por el control, rendirse a Dios es una expresión de confianza en su perfecta voluntad y sabiduría.
Como dijo Pablo: "les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes.
Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo." (Romanos 12:1, NTV).
Esta entrega no es por miedo o porque nos obligan, sino por amor, ya que Él nos amó primero (1 Juan 4:19).
La rendición sincera y completa a Dios es el acto central de la verdadera adoración luego de haber nacido de nuevo.
No se trata simplemente de palabras o actos externos, sino de una entrega genuina y profunda del corazón.
Como está escrito: "El sacrificio que sí deseas es un espíritu quebrantado; tú no rechazarás un corazón arrepentido y quebrantado, oh Dios. " (Salmo 51:17, NTV).
Esta rendición total implica someter nuestra voluntad a la de Dios, es decir cada cosa que pensamos, deseamos o hacemos, la presentamos a El, tal como lo hizo Jesús antes de ir a la cruz: "Padre, si es posible, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lucas 22:42, NBLA).
Al creer en Jesús y arrepentirnos de nuestros pecados, nos lleva a ser verdaderamente libres, y en esa libertad, podemos rendirnos completa y verdaderamente a Dios.
Tres obstáculos comunes que impiden nuestra completa rendición a Dios son el orgullo, el miedo y las dudas.
A menudo no confiamos plenamente en su amor y nos aferramos a lo que entendemos o vemos. Cuando deberíamos confiar mas allá de si entendemos o no entendemos, nos gusta o no nos gusta.
Cuanto más comprendemos el amor de Dios, más fácil es confiar en Él.
A medida que aprendemos a depender de Él, nuestra fe crece y la rendición se convierte en un gozo, no en una carga.
Rendirnos a Dios trae paz, libertad y poder.
La entrega no es debilidad, sino fortaleza en Cristo.
Cuando le entregamos todo a Dios, experimentamos el descanso que solo Él puede dar.
Como lo dijo Jesús:”Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso" (Mateo 11:28, NBLA).
Cada día, medita en quien has creído, y esta invitación que el nos hace:
Vengan a Mi... Vengan a Mi...
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