Día 35: El poder de Dios en tu debilidad
"...Así también nosotros somos débiles en Él, sin embargo, viviremos con Él por el poder de Dios para con ustedes."
2 Corintios 13:4 (NBLA)
"Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad."
2 Corintios 12:9 (NTV)
2 Corintios 13:4 (NBLA)
2 Corintios 12:9 (NTV)
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Dios se complace en usar a los débiles para mostrar su poder y gloria, porque lo importante en todo es El.
Todos tenemos debilidades: físicas, emocionales, intelectuales, espirituales, y a menudo, circunstancias fuera de nuestro control que nos limitan.
Pero lo importante no es lo que nos falta, sino cómo respondemos a ello.
En vez de negar o ocultar nuestras debilidades, debemos reconocerlas y entregarlas a Dios.
Tal como el apóstol Pablo lo hizo cuando dijo que celebraba, presumía sus debilidades porque sabía que el poder de Cristo se iba a ver más. (2 Corintios 12:9).
En nuestras limitaciones, Dios se manifiesta con poder.
Las debilidades no son accidentes, sino oportunidades para que Dios actúe.
A menudo pensamos que Dios solo usa nuestras fortalezas, pero Él también quiere usar nuestras debilidades para glorificarse.
La Escritura nos enseña que Dios escoge lo débil del mundo para avergonzar a los fuertes (1 Corintios 1:27).
No debemos temer ser frágiles; Dios nos usa como vasijas de barro para que se vea que el poder que actúa en nosotros es de Él y no de nosotros (2 Corintios 4:7).
Así como el apóstol Pablo, al reconocer nuestras limitaciones, podemos ver cómo Dios obra más allá de nuestras capacidades.
Aceptar nuestras debilidades no significa vivir derrotados, sino vivir dependientes del poder de Dios.
A través de nuestras luchas y limitaciones, aprendemos a confiar más profundamente en Él.
Como dijo Pablo, "cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2 Corintios 12:10), porque en esa debilidad, se ve el poder y soberania de Dios.
Además, estas limitaciones previenen la arrogancia y nos enseñan la humildad.
Moisés, Gedeón y muchos otros héroes de la fe fueron transformados por Dios, no a pesar de sus debilidades, sino a pesar de ellas.
Nuestras debilidades nos conectan con los demás.
Cuando somos honestos acerca de nuestras luchas, nos volvemos más accesibles, y Dios usa esas vulnerabilidades para ministrar a otros.
El apóstol Pablo compartía abiertamente sus luchas, fracasos y temores para que la iglesia pudiera aprender de su ejemplo.
No hay poder más grande que el que se manifiesta cuando dependemos completamente de Dios, sabiendo que Él nos usa, no porque seamos fuertes, sino porque Su poder se perfecciona en nuestra debilidad.
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