Día 36: Tienes una Misión
"Como Tú me enviaste al mundo, Yo también los he enviado al mundo."
Juan 17:18 (NBLA)
"Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús"
Hechos 20:24 (NBLA)
Dios está obrando en el mundo y si te ha llamado, es para que te unas a Su obra.
Jesús mismo dijo: "Así como el Padre me envió a mí, yo los envío a ustedes" (Juan 20:21).
Esta misión no es opcional; es una parte integral de tu vida en Cristo.
Al igual que Jesús completó su misión en la tierra, ahora nosotros, como Su cuerpo, estamos llamados a continuar la obra que Él comenzó: reconciliar a las personas con Dios a través del mensaje del evangelio.
Dios nos ha encomendado ser embajadores de su amor y de Su verdad, y compartir este mensaje es el objetivo principal de nuestra misión.
Esta misión es de alcance eterno.
Jesús dejó claro que nuestra misión es tan importante que la repitió en diversas ocasiones a lo largo de los evangelios.
En la Gran Comisión, Él dijo: "Vayan y hagan discípulos de todas las naciones" (Mateo 28:19).
Esto no es solo para los pastores o misioneros; es para cada creyente.
Somos llamados a ser la luz del mundo (Mateo 5:14-16) y a llevar la buena nueva a aquellos que aún no han escuchado sobre Cristo.
Cada creyente es parte de esta misión global y eterna.
Al cumplir con esta misión, estamos reflejando el corazón de Dios, quien no quiere que nadie se pierda, sino que todos lleguen al arrepentimiento (2 Pedro 3:9).
Cumplir tu misión es una buena forma de mostrar la vida cristiana.
No hay mayor honor que ser usado por Dios para llevar almas a Cristo.
Pablo tenia muy en cuenta esto: “mi vida no vale nada para mí a menos que la use para terminar la tarea que me asignó el Señor Jesús, la tarea de contarles a otros la Buena Noticia acerca de la maravillosa gracia de Dios.” (Hechos 20:24).
Así como a él, Dios te ha llamado a compartir Su evangelio, dondequiera que estés: en tu trabajo, en tu hogar, en tu comunidad.
Ser fiel a esta misión tiene consecuencias eternas, pues las almas que alcanzamos para Cristo estarán con Él por siempre.
Así que, no hay tiempo que perder. Comienza hoy a vivir para cumplir la misión que Dios te ha encomendado.
Cumplir la misión que Dios te ha dado requiere rendición total a Su voluntad.
Debemos orar como Jesús: "Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lucas 22:42).
Esta misión es más importante que nuestros propios deseos o planes.
Solo a través de la rendición a la voluntad de Dios, y no la nuestra, podremos experimentar el verdadero propósito para el cual fuimos llamados.
Al entregar cada área de nuestra vida a Él, experimentaremos la bendición de ser usados para Su gloria, sabiendo que las recompensas de esta misión son eternas.
Como dijo Pablo, somos "colaboradores de Dios" (1 Corintios 3:9), y no hay mayor privilegio que este.
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