Romanos 8:13 NBLA
"Porque si ustedes viven conforme a la carne, habrán de morir; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán."
................................................
Los verdaderos creyentes, los que nacieron de nuevo, que han sido librados del poder condenatorio del pecado, deben seguir ocupándose todos los días de su vida en hacer morir el poder del pecado que aun esta en ellos.
"Hacer morir" es una expresión metafórica tomada del dar muerte a cualquier cosa viva.
Matar cualquier cosa viva es quitarle su fuerza, vigor y poder, de forma que no pueda realizar o incitar ninguna acción.
El pecado que esta en nosotros se compara con una persona viva llamada el «viejo hombre», con sus facultades, propiedades, sabiduría, sutilezas y fuerzas.
Esto es lo que dice el apóstol que hay que matar, hacer morir, quitar toda capacidad por medio del Espíritu.
Al viejo hombre hay que quitarle todo, debe ser muerto por la cruz de Cristo, por eso se dice que el «viejo hombre» fue crucificado con Cristo (Romanos 6:6).
Esto es algo que inicialmente se produce en la regeneración (ver Romanos 6:3-5), cuando a nuestro corazón se le da capacidad para ir en contra del pecado y detenerlo.
Después, la obra completa se va llevando a cabo gradualmente hasta la perfección durante toda nuestra vida.
Por eso es nuestro constante deber como creyentes el quitar la vida al pecado que permanece en nuestros cuerpos.
No tenemos que dejar que tenga la fuerza y el poder de producir las obras de la carne.
La promesa por cumplir con esta obligación es la vida: «Vivirán».
Quizás la palabra no solo exprese la vida eterna, sino también la vida espiritual que ya disfrutan los creyentes, el gozo, bienestar y vigor de la misma.
El vigor, el poder y el bienestar de nuestra vida espiritual depende mucho de la muerte que le demos a las obras de la carne.
Así como el pecado nunca está tranquilo, ni siquiera cuando parece estarlo, nosotros tampoco debemos estarlo.
Nuestra lucha contra el pecado ha de ser fuerte e intensa en todo tiempo, incluso ante la menor sospecha de peligro.
¡Seamos buenos vigilantes! No dudemos en actuar en contra del pecado con toda violencia.
Si nuestros ojos nos hacen mirar lo que no corresponde, que el cuello de un fuerte giro.
Si nuestro enojo nos va a hacer hablar lo que no es bueno, que los dientes sostengan esa lengua bien fuerte.
Si se nos ocurre dudar de la bondad de Dios, saquemos rápido eso de nuestra cabeza, y recordemos todas sus bendiciones y promesas.
Como si anduviéramos en el barrio mas oscuro y peligroso, donde tenes que mirar sobre tu hombro todo el tiempo, así estemos constantemente atentos a los ataques de este viejo hombre.
Algunas preguntas para pensar tranquilos:
- ¿Qué verdad aprendiste hoy?
- ¿Cómo vas a orar ahora?
- ¿Qué va a modificar en tu vida lo aprendido?
Comentarios
Publicar un comentario