Romanos 8:31 NBLA
Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
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No te desanimes por las dificultades y oposiciones que se levantarán contra ti cuando comiences a caminar confiadamente en Dios.
El desánimo aparta de la fe a multitudes, y tienta a muchos jóvenes creyentes a abandonar.
En el desierto, Israel estaba muy dispuesto a retroceder a Egipto.
Dios mismo probará a sus siervos y sus gracias, y las ejercitará mediante dificultades.
Seguramente también Satanás rápidamente levantará tormentas contra ti cuando zarpes a la mar.
Pero Dios está a tu lado, y tiene a todos tus enemigos en su mano, y puede reprenderlos o destruirlos en un instante, si, aun a Satanás lo tiene totalmente controlado.
¿Qué es la furia de los demonios y todos los que se quieran oponer contra el Señor Todopoderoso?
En el día en que entraste en un pacto con Dios y Él contigo, entraste en la roca y el fuerte más impenetrable, y te cubriste en un castillo de defensa desde el que, con modestia, puedes desafiar todos los poderes adversos de la tierra o el infierno.
Si Dios no pudiera salvarte, no seria Dios.
Y si no te salva, estaría quebrantando su pacto, cosa que es imposible para Él.
Ciertamente, Él puede decidir salvarte, no de la aflicción y la persecución, sino en medio y por medio de ella.
Pero en todas estas cosas serás "más que vencedor por medio de aquel que nos amó" (Romanos 8:37).
Es mucho más deseable y excelente vencer por medio de la paciencia, sufriendo por Cristo, que vencer a tus perseguidores en el campo de batalla, por la fuerza de las armas.
Piensa en los santos triunfantes presumiendo de su Dios:
"Dios es nuestro refugio y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones." (Salmos 46:1).
Si todo el mundo estuviera de tu lado, todavía podrías tener motivos para temer.
Pero tener a Dios de tu lado es infinitamente más, y ya no hay nada que temer.
Cristo, el Capitán de tu salvación ha andado ese camino antes que tú, y ahora está trabajando para que seas vencedor.
No temas porque Cristo va a la cabeza en este camino.
Y nunca retrocedas, porque delante de ti están sus pisadas y su sangre.
Algunas preguntas para pensar tranquilos:
- ¿Qué verdad aprendiste hoy?
- ¿Cómo vas a orar ahora?
- ¿Qué va a modificar en tu vida lo aprendido?
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