Romanos 8:37 NBLA
"Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó."
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El creyente ha de perseverar en su camino cristiano hasta el final de su vida.
Hemos sabido de muchos que han entrado al campo de batalla, y les ha gustado el trabajo de soldado durante una o dos batallas, pero pronto se han cansado y han vuelto a casa corriendo.
Hay muchos que dicen ser cristianos, pero pocos que lo son de verdad.
Hay muchos que corren y pocos que obtienen; muchos van al campo de batalla contra Satanás, pero pocos vuelven como vencedores.
Pocos tienen el valor y la resolución de luchar con las dificultades que se encuentran en el camino.
Israel salió gozosamente de Egipto, pero cuando sus estómagos dieron punzadas por el hambre, estaban dispuestos a huir y hacer una deshonrosa retirada a Egipto.
Muchos que hablan del evangelio fracasan a la hora de soportar cuando el problema se produce, y, al final sus corazones les fallan.
¡Que pena que tantos sean los que se apartan de Cristo en estas encrucijadas!
Comprueba tu mismo, si has nacido de nuevo, antes de hablar afirmando cosas en el nombre de Dios.
Qué desagradable es ver a un pecador atrevido y a un santo con miedo; el uno está resuelto a ser malo, mientras que el cristiano duda en su buen camino.
Que triste es ver a los malos alardeando de sus planes, y a los hijos de Dios guardados, sin que nadie vea la gloria del que los salvo
¡Anímense!, santos, y sean fuertes; nuestra causa es buena.
Dios mismo toma como suyas nuestras batallas.
Él nos llevará con valor y nos traerá con honor.
Él vivió y murió por vosotros.
En misericordia y ternura con sus soldados, no hay nadie como Él.
Cristo derramó su sangre, es una cura para sanar tus heridas.
Él nunca ignoro el peligro: no, ni siquiera cuando la maldad del infierno y la justicia del cielo apareció en el campo de batalla contra Él.
Unos pocos días de conflicto serán coronados con la gloria del cielo.
En una palabra, cristianos, cada victoria de fe produce un a fiesta en el cielo, a la vez que te escapas de las manos del enemigo.
¡¡Animo, que el dijo: Nunca te dejaré ni te desampararé!!
Algunas preguntas para pensar tranquilos:
- ¿Qué verdad aprendiste hoy?
- ¿Cómo vas a orar ahora?
- ¿Qué va a modificar en tu vida lo aprendido?
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