· Dando paz eterna a los lavados en la sangre ·
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Hoy le recomendamos leer antes de empezar el devocional: Génesis 4:1-8
Como pastor, Abel santificó su obra para gloria de Dios, y ofreció un sacrificio de sangre sobre su altar y Dios miró con agrado a Abel y a su ofrenda.
Este tipo antiguo de nuestro Señor, es muy claro y distinto.
Igual que el primer rayo de luz que ilumina el horizonte a la salida del sol, este pasaje no lo revela todo, pero muestra claramente el gran hecho de que el sol se acerca.
Al mirar a Abel, pastor y sacerdote a la vez, ofreciendo un sacrificio de suave olor a Dios, descubrimos a nuestro Señor, que lleva ante su Padre un sacrificio que Dios miró siempre con agrado.
Abel fue odiado por su hermano, odiado sin causa.
Lo mismo pasó con el Salvador.
El hombre carnal y natural odió al hombre que fue aceptado, en quien fue hallado el Espíritu de gracia, y no descansó hasta que su sangre fue derramada.
Abel cayó y roció su altar y su sacrificio con su propia sangre.
Este hecho nos muestra al Señor Jesús, muerto por el odio del hombre, mientras servia como sacerdote delante del Señor.
"El buen pastor su vida da por las ovejas".
Lloremos al verle muerto por el odio del género humano, manchando el altar con su propia sangre.
La sangre de Abel habla. Jehová dijo a Caín: "La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra".
La sangre de Jesús tiene un lenguaje poderoso, y el significado de su potente grito no es de venganza sino de misericordia.
Es precioso más allá de todo lo precioso, estar junto al altar de nuestro buen pastor, para verlo sangrar como sacerdote sacrificado y oír después, a su sangre hablar de paz para todo su rebaño.
Paz en nuestras conciencias, paz entre judíos y gentiles, paz entre el hombre y su ofendido Hacedor, paz eterna para los hombres lavados en la sangre.
Abel fue el primer pastor en cuanto al tiempo, pero nuestros corazones siempre colocarán a Jesús primero en cuanto a excelencia.
¡Querido y gran pastor de ovejas, nosotros, tu pueblo, te bendecimos con todo nuestro corazón al verte herido por nosotros!
¡¡Chicos chicos!!: El altar, era como una mesa, en un lugar especial para dar cosas a Dios.
Y puede parecer raro que la sangre sirva para lavar o limpiar.
Pero, no es cualquier sangre, es la sangre de Jesús, que cuando lo lastimaron y mataron, cayo sobre la cruz por nosotros.
Y a Dios le gusto tanto esto, que El se pusiera en nuestro lugar para recibir castigo, que por eso ahora esa sangre es tan especial.
¡¡ Esa sangre nos limpia de todo lo malo y nos hace amigos de Dios!!
Porque necesitamos hacernos amigos de Dios.
Entonces gracias Jesús podemos, porque en Jesús si le pedimos perdón se nos perdonan todas las cosas malas que hacemos.
Y no se queden preocupados por Jesús, que el es tan poderoso, que ni la muerte lo pudo parar.
¡¡El volvió a vivir!!
Escrito por: Charles Spurgeon
(Adaptado)
Ahora que terminaste de leer o escuchar, te recomendamos que tomes un tiempo para pensar y orar.
Si es necesario, volvelo a escuchar o leer.
Dios te bendiga grandemente.
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