· Quitando los pecados de todos nosotros ·
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EL apóstol Juan tuvo el privilegio de mirar dentro de las puertas del cielo, y, al contar lo que vio, empieza diciendo: "Miré y he aquí el Cordero".
Esto nos enseña que el principal objeto de admiración en el cielo es "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo".
Ninguna otra cosa atrajo tanto la atención del apóstol como la persona del Ser Divino, que nos salvo con su sangre.
El es el tema de los cánticos de todos los espíritus glorificados y de todos los santos ángeles.
Cristiano, aquí hay algo para disfrutar para ti; tú has mirado y visto al Cordero.
A través de las lágrimas tus ojos han visto al Cordero de Dios quitando tus pecados.
¡¡Alegrense entonces!!
Dentro de poco, cuando las lágrimas de tus ojos hayan sido secadas, verás al mismo Cordero exaltado en su trono.
Mantener comunión diaria con Jesús es un disfrute profundo de tu corazón.
En un mayor nivel, tendrás en el cielo una inmensa alegría y gozo.
Disfrutaras poder verlo constantemente; vivirás con él para siempre.
"Miré y he aquí el Cordero".
El Cordero es el mismo cielo, pues como dice alguien:
"Cielo y Cristo son la misma cosa".
Estar con Cristo es estar en el cielo y estar en el cielo es estar con Cristo.
Aquel prisionero del Señor escribe muy elegantemente en una de sus cartas:
"¡Oh mi Señor Jesucristo!, si yo estuviese en el cielo sin ti, el cielo sería un infierno; y si yo estuviese en el infierno contigo, el infierno sería un cielo para mí, pues tú eres todo el cielo que yo anhelo".
Cristiano, ¿no es esto verdad?
¿No dice lo mismo tu corazón?
Todo lo que tú necesitas para ser feliz, inmensamente feliz, es "estar con Cristo".
Escrito por: Charles Spurgeon
(Adaptado)
Ahora que terminaste de leer o escuchar, te recomendamos que tomes un tiempo para pensar y orar.
Si es necesario, volvelo a escuchar o leer.
Dios te bendiga grandemente.
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