· Digamos con agradecimiento ¡Abba, Padre! ·
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Los que constituyen el pueblo de Dios son hijos suyos en doble sentido: por creación y por adopción en Cristo.
Por eso tienen el privilegio de llamarlo "Padre nuestro que estás en los cielos".
¡Padre! ¡Oh, qué preciosa es esta palabra!
En ella hay autoridad: "Si yo soy Padre, ¿dónde está mi honor?
Si ustedes son hijos, ¿dónde está su obediencia?"
En esta palabra hay también afecto mezclado con autoridad.
Una autoridad que no provoca desobedecerla; una obediencia solicitada que se cumple con alegría.
Que, aunque se pudiera, no debería negarse.
La obediencia que los hijos le rinden a Dios debe ser una obediencia amorosa.
No vayas al trabajo que te señala Dios como va el esclavo al que le asigna su amo.
Entra más bien en el camino de sus mandamientos, por ser ese el camino de tu Padre.
Presenta tu cuerpo como instrumento de justicia, pues la voluntad de tu Padre es justa, y su voluntad debe ser la voluntad de sus hijos.
¡Padre! Hay aquí un atributo como de rey, tan delicadamente cubierto con amor, que la corona del Rey pasa inadvertida al mismo Rey, y su bastón se transforma no en una vara de hierro, sino en un plateado cetro de misericordia.
En realidad, el bastón del rey pasa como desapercibido en la tierna mano del que lo tiene.
¡Padre! En esta palabra hay honor y amor.
¡Cuán grande es el amor de un padre para con sus hijos!
Lo que la amistad no puede lograr ni siquiera la pura benevolencia intentará, lo lleva a cabo, para sus hijos, el corazón y la mano de un padre.
Son sus descendencia, por lo tanto debe bendecirlos; son sus hijos, debe, entonces, defenderlos con toda su energía y fuerza.
Si un padre terrenal cuida sus hijos con amor y atención constante, ¿cuánto más lo hace nuestro Padre Celestial?
¡Abba, Padre!
El que puede decir esto, ha dado voz a una melodía que es mejor que la que los querubines y serafines pueden producir.
Hay un cielo en la profundidad de la palabra Padre.
Hay en ella todo lo que puedo pedir, todo lo que mis necesidades pueden demandar y todo lo que mis deseos pueden desear.
Tengo todo en todo por toda la eternidad cuando puedo decir: ¡Padre!
Chicos:
Que lindo todo lo que nos hace pensar el devocional de hoy.
Nos hace ver, que aun los padres que conocemos acá, con todos su errores, o debilidades, hacen buenas cosas por sus hijos.
Entonces, ¿cuantas mas cosas hará nuestro Padre que esta en el cielo por nosotros sus hijos?
¡No nos alcanzarían los libros del mundo para anotar todo!
Y no solo lo que hace, si no, que quiere que lo llamemos ¡Padre!, con todas nuestras fuerzas.
¿Podes mencionar algunas de las cosas que El hace por sus hijos?
Escrito por: Charles Spurgeon
(Adaptado)
Ahora que terminaste de leer o escuchar, te recomendamos que tomes un tiempo para pensar y orar.
Si es necesario, volvelo a escuchar o leer.
Dios te bendiga grandemente.
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