"Miren cuán gran amor nos ha dado el Padre"
"Miren cuán gran amor nos ha otorgado el Padre: que seamos llamados hijos de Dios. Y eso somos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a Él. Amados, ahora somos hijos de Dios..."
1 Juan 3:1-2
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Miren cuán gran amor nos ha dado el Padre.
Si pensamos lo que hemos sido y lo que todavía somos cuando la maldad y egoísmo muestra en nosotros su destructivo poder, nos admiraremos de que Dios nos haya adoptado como hijos.
Sin embargo, ésa es la verdad, pues el pasaje dice que somos llamados hijos de Dios.
¡Qué grandiosa relación es la de un hijo y qué especiales y felices nos hace!
¡Qué cuidado y qué cariño el hijo espera de su padre y qué amor el padre siente para con su hijo!
Pero nosotros, por medio de Cristo, tenemos todo eso y mucho más.
En cuanto a los momentáneos sufrimientos que compartimos con nuestro Hermano Mayor, los aceptamos como un honor.
"El mundo no nos conoce porque no lo conoce a Él".
Nos alegramos de ser, junto a Jesús, desconocidos en su humillación, así que sabemos que juntos con él vamos a ser exaltados.
"Amados, ahora somos hijos de Dios".
Es fácil leer esto, pero no es fácil sentirlo.
¿Cómo se halla tu corazón este día?
¿Se halla en la profundidad de la tristeza y el dolor?
¿Los malos deseos se levantan dentro de tu espíritu y la gracia se parece a una pobre chispa pisoteada bajo los pies?
No temas; tú no tienes que vivir de tus dones ni de tus sentimientos; sólo debes vivir por fe en Cristo.
Aunque todo esté en nuestra contra, aunque estemos en lo profundo del sufrimiento y dolor, ya sea que estemos en la montaña o en el valle, el pasaje dice que "ahora somos hijos de Dios".
"Pero -dices tú- yo no estoy bien vestido, mis dones no se destacan y mi justicia no brilla grandiosamente".
Hermano, lee otra vez el texto: "Aún no se ha manifestado lo que llegaremos a ser, pero sabemos que cuando Él aparezca seremos como Él es".
El Espíritu Santo purificará nuestras mentes y el poder divino perfeccionará nuestros cuerpos, y entonces lo veremos como Él es.
Escrito por: Charles Spurgeon
(Adaptado)
Ahora que terminaste de leer o escuchar, te recomendamos que tomes un tiempo para pensar y orar.
Si es necesario, volvelo a escuchar o leer.
Dios te bendiga grandemente.
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