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Hay varias características que nos enseñan mucho en la oración del Salvador en su hora de prueba.
Era en primer lugar una oración a solas.
Jesús se apartó aun de sus tres discípulos mas cercanos.
Creyente, permanece mucho a solas en oración, especialmente en tiempo de prueba.
La oración familiar, la oración colectiva, la oración en la Iglesia no serán suficientes.
Sin dudas, son muy preciosas.
Pero, el mejor perfume a Dios, subirá desde tus momentos privados con El, donde sólo oye el oído de Dios.
Era, en segundo lugar, una oración humilde.
Lucas dice que Jesús se arrodilló, pero Mateo dice que "cayó sobre su rostro".
¿Dónde, entonces, debe estar tu lugar, humilde siervo del gran Maestro?
Deberías estar en la posición mas humilde, sencilla, temerosa que puedas.
La humildad nos da un buen apoyo en la oración.
No hay esperanza de mantenerse en Dios a menos que nos humillemos para que él nos pueda glorificar.
Era, en tercer lugar, una oración de hijo. El empezó su oración con "Padre Mío".
Presentar tu adopción en el día del juicio será para vos una fortaleza.
Como individuo, no tienes ningún derecho; por tu traición has perdido tus derechos, pero nada puede hacer perder el derecho que un hijo tiene a la protección del Padre.
Que no te de miedo decir: "¡Padre mío, escucha lo que pido con tanta intensidad!"
Observemos que ésta era también una oración perseverante. Oró tres veces.
No pares de orar hasta que triunfes.
Tenes que ser como la viuda insistidora cuyos continuos pedidos ganaron lo que no obtuvo en su primera petición. (Lucas 18:1-8)
Mantenete en la oración, estando atento en ella produciendo gracia.
Pero al final, era una oración de resignación, aceptación: "pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras".
Entregate vos a Dios y el dará.
Deja que sea como Dios quiera, y Dios determinará lo mejor.
Alegrate al dejar tus pedidos mas profundos en sus manos, pues él sabe cuándo dar cómo dar y qué no dar.
Escrito por: Charles Spurgeon
(Adaptado)
Ahora que terminaste de leer o escuchar, te recomendamos que tomes un tiempo para pensar y orar.
Si es necesario, volvelo a escuchar o leer.
Dios te bendiga grandemente.
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