1 Juan 1:7 NBLA
Pero si andamos en la Luz, como Él está en la Luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado.
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La sangre de Cristo nos limpia de nuestro pecado, y no existe otra verdad acerca del evangelio que se afirme más claramente.
Apocalipsis 1:5 dice: «nos lavó de nuestros pecados con su sangre».
Cualquiera que tenga parte en la sangre de Cristo, también tiene una purificación real de las contaminaciones futuras del pecado.
El Espíritu Santo da a conocer la cualidad purificadora de la sangre de Cristo a nuestras almas y conciencias, por lo que somos liberados de la vergüenza y luego podemos tener confianza ante Dios.
Podemos considerar dos cosas de Su sangre: no solo es para hacernos aceptables y reconciliarnos con Dios, sino también para limpiarnos y hacernos perseverar en santidad.
Se ofreció a nosotros, no solo para repara nuestra relación con Dios, sino también para santificarnos por su sangre.
La virtud purificadora e influencias de la sangre de Cristo las recibimos por fe.
La fe es la gracia por la que constantemente nos aferramos a Él, de otra forma, seria imposible perseverar en Su camino.
Si la mujer que tocó su manto en fe obtuvo un milagro de Él para sanar su problema de sangrado, ¿no recibiran integridad para enfrentar el pecado aquellos que dependen por completo de Él ?
Por fe los malos deseos y corrupciones que pueden contaminarnos son dominados, muertos, y gradualmente empujados fuera de nuestras mentes.
Todas las contaminaciones surgen del resto de malos deseos que operan en nosotros.
La fe domina los pecados a través de obtener suministros frescos del Espíritu y la gracia que provienen de Jesucristo.
La fe tiene dos motivos para estimularnos a una mayor diligencia a la hora de evitar las contaminaciones del pecado.
En primer lugar, busca el participar en las excelentes promesas de Dios.
Considerarlas da una fuerte motivación a las almas de los creyentes para buscar la pureza y santidad completa (ver 2 Co 7:1).
En segundo lugar, la fe considera todo lo que vamos a disfrutar con Dios en la gloria, que no puede ser nuestro sin ser purificados del pecado (Hebreos 12:14).
Algunas preguntas para pensar tranquilos:
- ¿Qué verdad aprendiste hoy?
- ¿Cómo vas a orar ahora?
- ¿Qué va a modificar en tu vida lo aprendido?
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