Juan 6:35 NBLA
Jesús les dijo: "Yo soy el pan de la vida; el que viene a Mí no tendrá hambre, y el que cree en Mí nunca tendrá sed."
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Muchos hombres y mujeres tienen buenos deseos que se despiertan en ellos durante un tiempo, pero dejan que se desvanezcan y eso los distraen hacia otras cosas.
Tiene grandes y buenas consecuencias que te esfuerces por mantener continuamente el apetito por la justicia y santidad.
Presta atención a las cosas que hacen que tu deseo por la justicia se aparte; porque entregarte a las corrupciones hará que pierdas el deseo por la santidad.
En otros tiempos han existido personas que corrían hacia la Palabra, que oraban fervientemente como si quisieran rasgar los cielos, pero permitieron que en sus corazones entraran cosas terribles que contaminaron sus almas.
Otros se entregan al mundo y los gustos de la carne, y eso elimina sus deseos de santidad.
Otros se apartan de los pecados de su época y de satisfacerse con cosas carnales, pero se vuelven torpes, perezosos y negligentes.
No ejercitan su fe, y su corazón no se enciende para buscar a Dios.
Si quieres mantener tu corazón caliente, ora cada mañana hasta que se caliente de nuevo.
En tu deseo por tener más justicia, más santidad, no olvides lo que ya tienes.
Tenelo en cuenta, ¡y bendice a Dios por eso!
Dale gracias por cada buen movimiento, cada buena obra o inclinación que tengas, y ¡espera tener más!
"Señor, puedo ver en mi alma el comienzo de tu obra de gracia, y es dulce, ¡Cómo me gustaría tener más!".
Tienes que estar dispuesto a superar toda cosa que encuentres y pueda desanimarte en tu hambre de agradarle en todo.
Pisotea todas las dificultades y obstáculos que se pongan en tu camino.
Te encontrarás con más tentaciones que nunca, o más corrupciones. No dejes que eso te desanime.
Al final, quedarás satisfecho.
Son miles los que han tenido buenos comienzos, pero han abandonado por el desánimo.
El alma hambrienta dice:
"¡Si pudiera tener gracia!, si no es así, quedaré desecho.
Cualquier obstáculo que haya, no me preocupa; ¡Estoy deseoso de dejarlo todo con tal de tener tu gracia!".
Algunas preguntas para pensar tranquilos:
- ¿Qué verdad aprendiste hoy?
- ¿Cómo vas a orar ahora?
- ¿Qué va a modificar en tu vida lo aprendido?
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